Hagámoslo

El Último De La Fila

Todas las tardes, ¡ay, mi Marifé!

baja usted al río a lavar,

qué pena, óigame usted,

que no la pueda querer.



Yo a usted la miro con gran devoción,

y me mira usted a mí

con los ojitos en llamas,

arde su almita también.



Usted tiene esposo y cuatro churumbeles

y yo hace años que casé;

qué triste es la vida, triste y traicionera,

fui de pesca y no pesqué.



Un día de estos no me aguantaré

y le prometo bajar;

si usted me da su licencia

algo se podrá arreglar.



Si a sus comadres pudiera evitar

hágamelo usted saber,

que mañana mismo bajo

de su cántaro a beber.



¡Ay, Marifé!

ya puede ver,

buena la hemos armado.



Penas de amor,

mala cuestión,

más si estás amarrado.



Si mañana la puedo ver

y la puedo al fin abrazar,

no pase pena ni temor

que de amor la voy a colmar.



Todas las tardes, ¡ay, mi Marifé!

baja usted al río a lavar.



Yo a usted la miro con gran devoción,

mal no mira usted a mí.



Todas las tardes, ¡ay, mi Marifé!

baja usted al río a lavar.



Si usted me deja, yo la ayudaré,

pondremos la ropa a secar.